El despido disciplinario es una de las formas más drásticas de extinción de la relación laboral. Se produce cuando un trabajador incumple grave y culpablemente las obligaciones derivadas de su contrato de trabajo. Esta figura legal, regulada principalmente en el Estatuto de los Trabajadores, permite al empresario extinguir la relación laboral de forma unilateral.
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¿Qué se considera infracción grave y culpable?
La ley no proporciona una definición exhaustiva de lo que constituye una infracción grave y culpable. Sin embargo, la jurisprudencia y la doctrina han establecido una serie de conductas que, con carácter general, pueden justificar un despido disciplinario. Entre ellos destacan:
- Faltas de asistencia o puntualidad reiteradas e injustificadas.
- Desobediencia a las órdenes e instrucciones del empleador.
- Insultos, amenazas o agresiones hacia compañeros o superiores.
- Hurto o sustracción de bienes de la empresa.
- Divulgación de información confidencial.
- Competencia desleal.
- Realización de actividades incompatibles con el contrato de trabajo.
Es importante destacar que para que un despido disciplinario sea procedente la infracción debe ser grave y culposa. Esto significa que el trabajador debe ser consciente de que su conducta fue contraria a sus obligaciones contractuales y realizarla voluntariamente.
Requisitos para un despido disciplinario válido
Para que un despido disciplinario sea válido, el empleador debe cumplir con una serie de requisitos formales:
- Causa justa La conducta del trabajador deberá constituir un incumplimiento grave que justifique la extinción inmediata del contrato.
- Comunicación escrita. El despido deberá comunicarse al trabajador por escrito, indicando de forma clara y precisa los motivos que lo justifican.
- Prueba de culpa. El empleador deberá proporcionar las pruebas necesarias para demostrar que el empleado ha cometido el delito que se le imputa.
Consecuencias del despido disciplinario
El despido disciplinario, si se declara procedente, pone fin inmediatamente a la relación laboral. Sin embargo, el trabajador puede impugnar el mismo ante los tribunales laborales. Si, por el contrario, se declara improcedente, el trabajador tendrá derecho a la reintegración en su puesto de trabajo o, en su defecto, a una indemnización equivalente a 33 días de salario bruto por año trabajado con un límite de 24 mensualidades.
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El despido disciplinario es una herramienta legal que debe utilizarse con prudencia y en estricto cumplimiento de los requisitos legales. Ante un despido de esta naturaleza, es fundamental conocer los derechos y obligaciones de cada parte y contar con el asesoramiento adecuado.
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